Practicas

Practica docente.

La Práctica Docente es la demostración experimental de capacidades para dirigir las actividades docentes, que se realizarán en el aula.
La Práctica Docente, como actividad real, es la ejecución de clases prácticas en los establecimientos de nivel primario y medio de manera obligatoria como requisito legal previo a la obtención del titulo de profesor de 2da enseñanza.


 Objetivos.





 
- Ambientar al alumno con su campo profesional.
 -Ejercitar la planificación de aula: de unidad y de clase.
 -Solventar las dificultades que se presentaren en el desarrollo de las actividades con los alumnos        en clases.
 -Aplicar los métodos didácticos y pedagógicos adecuados en el desarrollo de la clase.


El ingreso a la escuela normal por parte de las estudiantes está cargado de amplias expectativas y percepciones sobre la tarea docente, sin embargo, las experiencias de práctica y los contenidos abordados por las diferentes asignaturas, hacen que día a día se conozcan y consideren aspectos relevantes en la cotidianidad del trabajo áulico: la atención a la diversidad, la buena comunicación con los infantes, la capacidad de control y organización de la educadora, la relación con los padres de la familia y la multiplicidad de comisiones desempeñadas por los docentes, son tan sólo una parte de la compleja labor de ser maestro.
Ser conscientes de las dimensiones que se deben cubrir dentro de la profesión, nos ayudará a reflexionar sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje que se establece en el grupo, con el fin de mejorar y cubrir el perfil que la sociedad requiere y plantea de nosotros, pues debemos evolucionar al mismo tiempo que ésta lo hace.
Todos somos diferentes, tenemos percepciones distintas de la realidad y visiones específicas acerca de una actividad y, el trabajo docente no es la excepción, especialmente en lo que se refiere a la educación preescolar. Algunos pueden concebirla como algo muy sencillo al decir que sólo se trata de “cuidar” niños; sin embargo, es necesario estar dentro de un salón de clases para comprender la complejidad de la labor.
Cuando tuve la oportunidad de ingresar a la Escuela Normal para Educadoras de Arandas, nos pidieron escribir cómo imaginábamos lo que sería nuestra futura profesión, yo hice referencia exclusiva a impartir conocimientos y elaborar manualidades: eran los únicos aspectos que erradamente conocía y me preocupaban en el momento.
Sin embargo, el trabajo llevado a cabo desde las asignaturas y las experiencias de práctica en los jardines de niños, permitieron que cambiara poco a poco mi forma de pensar, en especial a partir del tercer semestre de la licenciatura, donde tuve la oportunidad de estar como responsable del grupo casi toda la jornada escolar.
Las expectativas que me hice sobre cómo sería mi desempeño dentro del aula fueron realmente utópicas: los niños me harían caso y responderían a las actividades de forma positiva… me ganaría su cariño, confianza y respeto rápida y, sencillamente… todo saldría de acuerdo al plan… tendría el apoyo incondicional de la educadora del grupo. Sería una práctica perfecta, alentadora, si no fuese porque en la labor educativa nada es completamente previsible y siempre se aprenden cosas nuevas.
Obviamente me enfrenté a dificultades diversas que en ocasiones me causaron inseguridad, desesperación o estrés, pero que a su vez me hicieron crecer y no precisamente de tamaño, sino al darme cuenta de lo que hacía mal para transformarlo y de lo que hacía bien para mejorarlo; hablo entonces de un crecimiento en el desarrollo de competencias profesionales. Estas problemáticas ahora tienen nombre, apellido y éstas son: control y organización, comunicación y atención a la diversidad.

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